Hay platos que saben a hogar, a tradición y a cucharas compartidas en la mesa. Las lentejas son uno de ellos: humildes, versátiles y llenas de historia. Lo bonito es que, además de ser un clásico de cuchara, también admiten versiones más ligeras y creativas para cualquier época del año. Hoy te traigo una receta sencilla, sabrosa y con esa pizca de cariño que convierte lo cotidiano en especial.
Ingredientes (para 4 personas)
300 g de lentejas pardinas (no necesitan remojo)
1 zanahoria grande
1 pimiento verde
½ calabacín
1 tomate maduro
1 cebolla pequeña
2 dientes de ajo
1 hoja de laurel
1 cucharadita de pimentón dulce
Aceite de oliva virgen extra
Sal y pimienta al gusto
Agua o caldo de verduras
(Opcional: un chorrito de vino blanco para dar profundidad al guiso)
Preparación
El sofrito, la base de todo.
En una cazuela amplia, sofríe en aceite de oliva la cebolla picada, los ajos y el pimiento verde. Cuando la cebolla esté transparente, añade la zanahoria en rodajas y el calabacín en dados.
El toque de color.
Ralla el tomate y añádelo al sofrito junto con la cucharadita de pimentón. Remueve rápido para que no se queme y, si quieres, desglasa con un chorrito de vino blanco.
El guiso lento.
Incorpora las lentejas, la hoja de laurel y cubre con agua o caldo de verduras (unos 3 dedos por encima). Deja cocer a fuego medio durante 30-35 minutos, vigilando que no se queden secas (si hace falta, añade un poco más de agua caliente).
El punto final.
Ajusta de sal y pimienta, retira el laurel y sirve humeante.
Una pizca de… creatividad
Las lentejas no son solo un guiso tradicional. Puedes transformarlas en crema con un toque de cúrcuma, añadirles un huevo escalfado para darle cuerpo o incluso servirlas frías como ensalada con vinagreta de mostaza. La clave está en atreverse a jugar sin perder el alma del plato.
¿Tú cómo las prefieres: las clásicas de cuchara o en versión más ligera y moderna?
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